UN OCÉANO DE SALUD

El día de hoy quisiera llevarlos a conocer los océanos desde otro punto de vista, comenzaré preguntando lo siguiente: ¿sabían qué una fractura se recupera 3 veces más rápido en un medio marino que en agua dulce o donde no exista el medio líquido cercano?, ¿que nadar es uno de los ejercicios más saludables y que sus beneficios se multiplican si se practica en el mar?

La simple inmersión en el agua a 1.30 m de profundidad permite obtener un equilibrio entre la presión interna corporal y la externa, ejercida por el agua de mar, lo cual tiene efectos muy positivos en el organismo.

Debería ser un compromiso diario mantener una actitud positiva y cooperar en cuanta actividad esponsable sea posible en pro y cuidado del medio ambiente. Por eso, quiero invitarlos a cuidar uno de los mayores ecosistemas del planeta y aprovechar sus beneficios a través de mares de relajación y un océano de salud a nuestro alcance.

El mar es el origen de la vida. Desde tiempos remotos se conocen sus efectos benéficos en el ser humano. En la antigua Grecia, Hipócrates, conocido como el “Padre de la medicina”, recomendaba el uso del agua de mar en el tratamiento de diversas dolencias por medio de baños y cataplasmas.

La principal característica del agua de mar es su riqueza en minerales como potasio, sodio, calcio, agnesio, azufre, silicio y yodo, los cuales se pueden absorber, en baja proporción, a través de la piel. 

Predomina el cloruro sódico, pero los beneficios son consecuencia de complejas combinaciones entre los distintos elementos que contiene, lo cual hace muy diferente a este compuesto de la simple sal omún. Además, posee organismos como plancton y algas microscópicas con efectos terapéuticos sobre la piel y las articulaciones.

El potasio es imprescindible para mantener el tono cardíaco y muscular; junto con el sodio, regula la cantidad de agua en las células y tejidos. El calcio interviene en la formación de los huesos, la contracción muscular y la coagulación sanguínea; mientras que el magnesio regula el equilibrio de calcio, en tanto, el azufre fortalece huesos, tendones y combate el reumatismo. Por su parte, el silicio actúa sobre el sistema inmunológico y forma parte de uñas, pelo y huesos; el yodo actúa a nivel de la glándula tiroides, que regula el metabolismo, y ejerce un efecto desinfectante en la piel; este último es el más específico del agua de mar.

El mar constituye una gran fuente de salud ya que tonifica la musculatura, estimula la circulación periférica, el crecimiento y desarrollo; previene el raquitismo, mejora los problemas dermatológicos, tiene acción bactericida, antiviral, depurativa, adelgazante, antiestrés, además de relajar y propiciar 

un sueño tranquilo, contrarrestando las alteraciones psíquicas. Ayuda a tratar enfermedades ginecológicas, contiene sustancias antioxidantes y previene el envejecimiento de la piel. 

A pesar de estas ventajas, existen personas que pueden presentar dermatitis atópica debido a que la sal es un agente irritante; sin embargo, esto se arregla con el uso de una crema adecuada después del baño y quitarse la sal.

• Beneficia al corazón.  El cuerpo pesa 8 veces menos en el agua, haciendo que este órgano actúe con un esfuerzo mínimo; por ello cualquier ejercicio dentro del agua se puede hacer en condiciones óptimas.

• Elimina toxinas.  Debido a que la presión del agua es más alta que la del aire, se estimula la circulación venosa y linfática, movilizando el agua extracelular y la consecuente eliminación de líquidos.

• Mejora la capacidad respiratoria.  Incrementa en 10% el número de glóbulos rojos y favorece una mejor oxigenación.

• Activa la circulación.  Al reducir la presión del agua desde el fondo a la superficie, se facilita la circulación venosa de retorno. El movimiento del agua de mar mejora la circulación de los vasos capilares.

• Mejora la movilidad y fuerza muscular. Cuando se llega a una edad avanzada se pierde entre 40 y 50% de masa muscular, volviendo más frágiles los huesos y aumentando el riesgo de osteoporosis y padecimientos osteoarticulares. El agua de mar es ideal para practicar ejercicio sin hacer mucho esfuerzo, sobre todo en esta etapa de la vida.

• Fortalece los huesos.  Los oligoelementos disueltos en el agua del mar, como el yodo, se pueden absorber a través de la piel. El medio marino mejora la fijación del calcio y fósforo en los huesos, aciendo que una fractura se consolide más rápidamente. Además mejora la movilidad muscular y articular.

• Aumenta las defensas.  Respirar en el ambiente marino estimula el sistema inmunitario, relaja y favorece la producción de serotonina, neurotransmisor cerebral cuya liberación produce sensación de bienestar.

• Mejora procesos reumáticos. Los efectos de la brisa marina suceden en una pequeña franja litoral, en la que las condiciones meteorológicas son muy uniformes. Las masas de agua regulan la emperatura, ya que se enfrían y calientan mucho más lentamente que la superficie terrestre o la atmósfera. Por ello las curas marinas son eficaces en problemas reumáticos, muy sensibles a los cambios de temperatura.

• Ayuda a recuperarse. A nivel del mar, la cantidad de oxígeno y la presión atmosférica son áximas, lo cual origina una oxigenación más activa del organismo con una acción sedativa, ralentizando el ritmo respiratorio. Esto ayuda a recuperarse y a emprender de nuevo la actividad tras un periodo de sedentarismo o de convalecencia por alguna enfermedad.

• Purifica el aire. El aire del mar envía gran cantidad de micropartículas a la atmósfera: 

pequeñas gotas de 20 a 100 micras cargadas de oligoelementos que absorbemos rápidamente a través de los alveólos pulmonares. Cuando el mar está agitado, la cantidad de micropartículas es 10 veces mayor. Además produce ozono natural, que purifica el aire gracias a sus propiedades antisépticas.